La mitología recoge todo lo que el hombre ansía alcanzar. Encarna potencias inimaginables, poderes lejos de toda comprensión, vidas que se extienden más allá de muchas vidas…
“Nadar sabe mi llama la agua fría. Y perder respeto a ley severa”.
Es tiempo de perder el juicio, anegar los desiertos, regalar unas gafas de sol a las estrellas, pues nace el día en que, en el corazón, sólo habita lo más puro, la donación más incierta, la consagración más ingenua.
Pues juras amor eterno a quien disfruta apasionadamente de la naturaleza, allí donde Dios se hace patente; a quien su honestidad hiere tus adentros, poniéndolo patas arriba.
Un mechero al pirómano, un trozo de mármol a Miguel Ángel, un lienzo a Leonardo y un chiste a Gioconda. Todas las alternativas aumentan exponencialmente cuando se cree en lo imposible y se estima lo improbable.
Ante la comunidad, prometéis fidelidad en el país del consumo y el despilfarro. Y digo despilfarro pues habréis de gastar a manos llenas la utopía de la eternidad del amor cada día.
Que vuestro amor sea mitológico: Incomprensible, eterno, poderoso, encarnado… Que nosotros lo veamos y la eternidad del creador lo bendiga.