“Que no participa de ninguna de las opciones en conflicto” Esa es la definición de quien dice de sí mismo que es neutral. Recuerdo a mucha gente que, en determinadas situaciones, se postulaba como neutral; de la misma manera que decían “yo soy apolítico” dejando una media sonrisa aparecer en sus satisfechas bocas, como si hubieran dicho algo. La sensación que me dejaba escuchar cosas así era la de que era un tío guay que sabía de lo que hablaba y había tomado una postura coherente e inteligente.

No me esconderé: Quien dice que es neutral, como quien dice que es apolítico, es un cobarde que elige la tibieza como modo de vida.

Un ejemplo de la estupidez, la insolidaridad que conlleva tal actitud es la del monte en llamas: Retenes y bomberos luchando contra las llamas mientras estas devoran todo a su paso. Cuando, en tal situación, alguien es preguntado responde ufano: “Soy neutral. No tengo nada que ver con esta situación” ¡¡¡Como si la dualidad fuera posible!!! ¿De parte de quien estás? ¿Del fuego o de los que combaten al fuego? Si no te mojas, si eres neutral, apolítico o todas esos adjetivos que nadan en la mediocridad, estás a favor del fuego. Tu inacción no ayuda a sofocar las llamas y resta fuerzas a los que las combaten.

Termino: Quien no combate la situación presente de injusticia y de corrupción, está a favor de ella porque se inhibe de la lucha desde una posición que no le vincula. Son plañideras en un velatorio, el silencio en un cementerio. Son los que, a la postre, se lamentan de no haber hecho cuando pudieron y se sienten plenamente justificados.