Es una palabra a la que no se le da valor. Se apela a él cuando se quiere dar un aire campechano al discurso; o simple. Si: Creo que se le menciona cuando se quiere aparecer algo más llano.

Si hablamos de pueblo, se nos representa en la sima profunda del inconsciente, una masa informe que sostiene las raíces del estado. De él se nutre una superestructura que lo va empobreciendo de todas las maneras posibles que la codicia pueda concebir. Así vemos que el pueblo sólo es tenido en cuenta como algo digno cuando se busca validar una manera de gobernar que se presupone honrada; pero sólo es un supuesto.

No quiero parecer desalmado, sin alma. No. Porque tengo alma apelo a la palabra pueblo como el conjunto de personas que aportan dignidad e identidad a un área concreto de nuestro planeta y que es consciente de sí mismo. Al serlo, no necesita tener contrarios para saber quiénes son ni cuál es su origen. Porque su destino es ser feliz. Afirmo que es el destino de todos los hombres.

Por lo tanto, el uso fraudulento de la palabra pueblo, tan de moda en estos tiempos, debería ser penado. Porque la demagogia reinante hace que su malversación sea motivo de diferencias entre unos y otros. Aquellos que vivieron, vivimos y vivirán en una misma porción de tierra tenemos las mismas necesidades, los mismos anhelos y la misma pulsión de conocimiento de nosotros mismos que lo puede tener cualquier hijo de vecino de Burkina Faso.

Debo denunciar la mala praxis que advierto en todos los que deberían ser servidores de todos, trabajando por el bien común sin más interés que el bienestar de sus conciudadanos (y votantes en particular). Se dedican a poner puertas al campo,  parcelar la Luna y poner el acento en las diferencias que hay entre nosotros, creando imaginarias fronteras para disimular su incompetencia a la hora de gobernar con honradez y justicia.

En su búsqueda de pasar a la historia como los políticos más inútiles que consiguieron dar una identidad soberana a su pueblo, descuidaron la dignidad por la que debían haber peleado con uñas y dientes. Inmóviles, llenaron su orgullo de estupidez patria y vaciaron su corazón de honestidad. Se aseguraron un futuro lapidario a costa de la pobreza de sus representados.

Y bueno. Por favor: Seguid, queridos ineptos, insultando la inteligencia al estado llano; al pueblo que condenáis a la infancia eterna con vuestra chabacanería y fuegos artificiales.

El reverso de vuestro comportamiento es la decencia y la virtud. Y ambas van creciendo en el corazón de todo hombre que conoce ésta verdad: Y es que hay una ley inexorable que vuelve, siempre, por sus fueros:

“Un pueblo fuerte no necesita líderes porque es consciente de sí mismo: De su hambre y alegría”.

Por ello, vuestros inútiles esfuerzos por esconder vuestro vergonzante comportamiento tienen los días contados.

La mayoría somos pueblo. Menos mal.